El padre Orlando Yorio fue capturado y torturado
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Rodolfo Yorio,
hermano de uno de los dos jesuítas capturados y torturados por la Junta Militar
de Videla cuando el hoy papa Francisco era el superior de la Compañía de Jesús,
denuncia que en aquella época Jorge Mario Bergoglio “desarmó las pastorales en
las villas miseria” de los sacerdotes que atendían a los pobres en esas
chabolas
Rodolfo Yorio es hermano de uno de los dos curas capturados y
torturados durante la dictadura argentina (1976-1983) cuando estaban bajo la
orden del jesuita Jorge Bergoglio, que este martes asume el pontificado como
Francisco. El secuestro de los sacerdotes, que fueron liberados a los cinco
meses, ha sido la baza principal que se ha agitado para vincular al nuevo Papa
con el régimen militar. En esta entrevista, Yorio analiza la actuación del Sumo
Pontífice y el papel de la Iglesia católica en aquellos años.
P.-
¿Qué responsabilidad tiene Bergoglio
en el cautiverio que sufrieron su hermano Orlando y Francisco Jalics?
Los dos quedaron desprotegidos de la autoridad
provincial, que era Bergoglio, antes de ser secuestrados durante cinco meses. A
Orlando le aplicaron una inyección como droga de la verdad en el único
interrogatorio que tuvo, y ahí le dijeron: “Hemos ido a su casa porque nos
dijeron que había armas, material subversivo, mujeres y municiones. No
encontramos nada, pero va a permanecer sin libertad algún tiempo” También
añadieron: “Usted tiene una desviación teológica porque cuando el Evangelio
habla de los pobres, se refiere a los pobres de espíritu. Y usted se ocupa de
los pobres materiales, y los organiza. Eso no es subversivo todavía, pero puede
llegar a serlo”.
P.-
¿Cree que Bergoglio es responsable
por colaboración o por omisión?
Por omisión.
Dejó correr versiones e injurias sobre ellos. Los puso en
situación de riesgo y no trató de evitarlo.
P.- ¿Tiene alguna sospecha de quién calumnió a su
hermano?
Fue un sector de la Iglesia, no sólo una persona.
P.-
Bergoglio ha explicado que no tenía
contactos para ayudar a su hermano y a Jalics una vez fueron capturados.
Él dijo que había hablado dos veces con [el ex
dictador Jorge] Videla y con [el ex jefe de la Armada Emilio] Massera. Yo no
creo que sea cierto. Quien salvó a mi hermano fue la Nunciatura.
P.- ¿Cómo lo sabe?
Mi hermano estuvo cautivo cinco meses encapuchado
en una casa, con una cadena entre los pies y las manos que estaba soldada a una
bala de cañón. En esos ciento y pico de días de cautiverio, nunca supo si cada día
era el último. Antes de su libertad, les pusieron tanto a Jalics como a mi
hermano una inyección para dormirlos, y los abandonaron en un descampado. Antes
de eso, la guardia que los cuidaba les dijo: “Hoy tienen una visita importante”.
Les permitieron bañarse, los cambiaron de ropa, los volvieron a poner en la
habitación encapuchados y ahí entró alguien para verlos, que estuvo dos
minutos, y se fue. El domingo 23 de octubre fueron liberados.
P.- ¿Quién cree que los visitó?
El Nuncio Pío Laghi, el embajador del Vaticano en
Argentina en ese momento.
P.- ¿Qué hizo Orlando apenas reapareció?
Lo primero que hizo fue llamar a su jefe,
Bergoglio, quien le dijo: “No te puedo ayudar”. Una persona que estaba con él
fue testigo de esa conversación cuando lo llamó mi hermano, y nos contó su
inmediata reacción. ¿”Y quién era”?, le preguntó esta persona. “Yorio, que lo
soltaron”, respondió Bergoglio. “¿De dónde?” “Estaba secuestrado”. “¿Y cómo es
que aquí no sabíamos nada?”. “Nada, que se joda”. Hasta ahí, Bergoglio no sabía
que la Nunciatura había intervenido.
P.- ¿Qué pasó después?
Llegó la Policía a casa buscando a mi hermano
porque había orden presidencial de que fuera a hacer la denuncia de privación
ilegítima de libertad. Nosotros nos lo habíamos llevado a a otro lado.
P.- Pero al final su hermano fue a la Policía un
día después de ser liberado.
Cuando Orlando fue a presentar la denuncia, lo hizo
acompañado de gente de la Nunciatura. Es decir, que ya estaba bajo protección
diplomática. Aclaro que el oficial que tomó la denuncia puso “no se acuerda” en
todas las respuestas. En el mismo momento de hacer la denuncia, la Policía ya
tenía listo su pasaporte y su DNI.
P.- ¿Y cómo reaccionó Bergoglio ante esto?
Se asustó. Tenga en cuenta que el almirante Massera
jugaba una vez por semana al tenis con el nuncio apostólico. Entonces Bergoglio
cambió y facilitó todo. Llamó al obispo de Quilmes, Jorge Novak , habló
maravillas de mi hermano para que lo aceptara, le compró el pasaje para Italia,
y ahí Orlando fue enviado a Roma a estudiar derecho canónico.
Bajo la orden jesuita
P.- ¿Su hermano llegó a ser expulsado de la orden?
Mi hermano quedó fuera de la orden jesuita cuando
ya estaba en Roma. Cuando fue secuestrado era todavía parte.
P.- ¿No le habían quitado la protección
institucional?
No, eso no se puede retirar. Sí le quitaron las
licencias para dar misa, y no Bergoglio, sino [el entonces arzobispo de Buenos
Aires Juan Carlos] Aramburu, titular de la Iglesia argentina.
P.- ¿Y a Jalics tampoco lo expulsaron?
Mo hubieran podido hacerlo jamás, porque tenía
votos perpetuos.
P.- O sea que los dos pertenecían a la orden cuando
fueron secuestrados.
Sí, estando bajo la responsabilidad de Jorge
Bergoglio. Él no quería encargarse de las labores pastorales que hacían en la
villa. Pero todo sacerdote debe estar encardinado bajo una autoridad. Es cuando
Bergoglio les dijo: “Bueno, si se quieren quedarse en las villas, los voy a
ayudar, pero necesitan otra autoridad, un obispo”. Y los mandó a ver algunos,
pero todos se negaban: “No, Bergoglio nos dio malos informes de ustedes”,
decían. En ese interín fueron secuestrados. Bergoglio no los quería, así de
simple.
P.- ¿Por qué no los quería?
Decía que estaba muy presionado, pero nunca se supo
por quién.
P.- ¿Cuál creía su hermano que fue el papel de
Bergoglio en su secuestro?
Él presentó un recurso de amparo al padre Moura,
que era el secretario general de la orden jesuita a nivel mundial, donde relató
toda la historia.
P.- ¿Y cita expresamente a Bergoglio?
Sí. Orlando era vicedecano de Teología en la
Universidad de San Salvador. Le habían sacado la cátedra sin explicación, y
luego comenzaron las calumnias. Y Bergoglio nunca se ocupó de desmentirlas,
aunque era su obligación por ser su superior.
P.- ¿Orlando pensaba que Bergoglio estaba detrás de
su secuestro?
No sé si tanto. Sí creía que estaba detrás de
separarlo de la orden.
Bergoglio, “argentino y peronista”
P.- ¿Qué relación tuvo Bergoglio con la
organización de la derecha peronista Guardia de Hierro?
Bergoglio simpatizó toda su vida con esa
organización, que [en 1973]se hizo cargo de la Universidad de San Salvador . En
1976 nombraron a Massera “honoris causa”.
P.-
¿Bergoglio tuvo contacto directo con
Guardia de Hierro una vez pasó a ser superior provincial de los jesuitas en
1973?
La Universidad de San Salvador, que es una de las
más importantes de Buenos Aires, está en manos de los jesuitas. La Iglesia fue
derivando a laicos a determinadas administraciones, y una de ellas fue esta
universidad. Bergoglio no era el rector, pero en términos generales tenía
alguna responsabilidad sobre los laicos que puso y que echaron a mi hermano de
la cátedra de Teología.
El papel de Bergoglio durante la dictadura
P.- ¿Sabe de acciones directas de Bergoglio para
rescatar a gente secuestrada?
No. Pero sí rescató, protegió y escondió a gente
que podía ser secuestrada.
P.- ¿Quiénes son?
No se lo puedo decir, los perjudicaría. Pero no le
demos tanto palo a Bergoglio. La cantidad de gente, del periodismo y de la
sociedad civil que tuvo relaciones con la dictadura es muy grande. Como dice
San Agustín: “Primero la verdad”. A Orlando le ofrecieron volver a la orden
después de su estancia en Roma, y Orlando puso la condición de que se aclarara
todo el tema de calumnias que nadie avalaba.
P.-
Usted ha dicho que su hermano y
Jalics eran un escollo para que Bergoglio alcanzara lo que quería conseguir.
No entiendo por qué Bergoglio desarmó las
pastorales en las villas, y ahora se presenta como el Papa villero.
P.- Pero ¿adónde quería llegar Bergoglio?
Y... ahora es el Papa. Y un político muy fuerte,
una persona con mucha tenacidad y talento. Es muy hábil para ascender al poder.
P.- ¿Y por qué Jalics y Orlando eran en eso un
problema?
Aunque ya los han sacado de circulación, Jalics
tenía libros de Teología que se usaban en las cátedras. Y posiblemente
Bergoglio no estaba conforme con esa Teología, que es algo que escriben los
hombres, no Dios. Y mi hermano, como titular de Teología, posiblemente daba una
interpretación de lo teológico más popular.
P.-
¿Cree que Bergoglio sabía del peligro
que corría su hermano al retirarle su apoyo?
Sí, era una obviedad. Además se lo dijeron. “Nos
estás poniendo en riesgo, nos van a matar”.
P.-
En el operativo en el que fueron
secuestrados su hermano y Jalics también estaban cuatro catequistas y dos de
sus esposos, que continúan desaparecidos. ¿Sabe si Bergoglio tiene sobre esto
alguna relación?
Es difícil que Bergoglio haya actuado de manera
directa o pedido el secuestro y muerte de alguien, pero sí podría haber mirado
para otro lado. En la Iglesia argentina, no obstante, hay gente mucho peor que
él, incluso curas que participaron en torturas. Hay prelados mucho más
peligrosos y crueles que Bergoglio.
P.-
¿Por qué cree que Bergoglio dejó de
ser jesuita en 1979, cuando todavía estaba vigente la dictadura?
Es un misterio, un agujero negro. Nadie sabe ni
dice nada. La orden le sacó el cargo de superior provincial y lo envió a un
convento en Córdoba (centro de Argentina). Estando en ese convento, de repente
lo llamó el jefe de la Iglesia argentino, el monseñor Antonio Quarracino, y le
firmó el decreto que lo convirtió en obispo. Y ahí empezó una carrera
meteórica.
P.-
¿Qué cree que pasó?
Creo que Quarracino necesitaba un heredero. Y ahí
Bergoglio se olvidó de los jesuitas. ¿Qué le importaba, si ya era obispo, y
luego sería cardenal?
Informes inexistentes
P.- ¿Usted habló con Bergoglio alguna vez cuando su
hermano estaba en cautiverio?
Sí, más de una vez.
P.- ¿Qué le dijo?
Que iba a ver qué podía hacer. Nunca pretendimos
que armara una fuerza de tareas para rescatar a Orlando. Sólo le pedimos que
nos mostrara cuáles eran esos informes que lo calumniaban. Pero jamás los
exhibió.
P.- ¿Usted ha visto algún documento en el que se
hablara mal de su hermano o Jalics?
No, ni yo, ni nadie. Hay un solo informe que
rescató [el periodista argentino Horacio] Verbitsky de la Cancillería. Cuando
Jalics volvió a la Argentina, Bergoglio firmó una nota en la que dijo que Jalics era
una persona disociadora de la comunidad cristiana.
P.- ¿Y cree que hay por escrito acusaciones contra
su hermano?
No, nadie puede haber firmado esos informes, porque
para eso hay que tener pruebas. Pero sí que se harían comentarios. La Iglesia
es como el Vaticano, un lugar de chismes, de intrigas y de muerte. Nosotros
tenemos un reclamo con la Iglesia: queremos que se nos diga qué actos
administrativos determinaron que mi hermano debía irse de la orden. Y si no
hay, que lo reconozcan.
P.- ¿Han hecho un reclamo formal?
No, porque necesitamos un canonista -un abogado de
la Iglesia- y todavía no lo hemos conseguido. Hace dos años mi hermana fue a
ver a uno en la Universidad Católica Argentina, pero la atendió en la vereda
[acera], y ni siquiera la hizo pasar.
P.-
¿Y bajo qué justificación se negó a
ayudarles?
Dijo que eso era cosa del pasado.
Psicópata cruel
P.- ¿Cuándo fue la última vez que usted habló con
Bergoglio?
Cuando vino a casa de mi madre y dijo que de Jalics
todavía se hablaba, pero que de Orlando ya no. Nos dio la idea de que mi
hermano estaba muerto.
P.- Dijo que lo habían fusilado.
Sí, se lo dijo a mi madre, además.
P.- ¿Qué sentido tenía afirmar algo así?
Porque tiene una personalidad disociada. Ahora es
un santo. Pero una persona puede ser dos cosas al mismo tiempo.
P.- Y si ahora es un santo, ¿qué era antes?
Un psicópata cruel. Comenzó con un marketing
directo de pobre después de volver del ostracismo del monasterio. Ahí comenzó a
ser otra persona, hasta físicamente. Antes era alto y corpulento, de mucha
presencia. Cuando volvió, su aspecto físico daba pena. Así empezó con su
campaña de austeridad y pobreza.
P.- ¿Por qué lo considera un psicópata cruel?
Por testimonios de quienes lo han conocido
internamente, y de cosas que ha hecho.
P.- ¿Qué cosas ha hecho?
Olvídelo. Me van a acusar de injurias, y yo estoy
hablando ahora de un jefe de Estado. Eso no lo pierdo de vista. Sólo tenemos un
reclamo: primero, la verdad. Que alguien en la Iglesia se haga cargo de esos
supuestos informes contra mi hermano.
P.- ¿Pero usted cree que era un psicópata cruel?
No lo creo, lo sé. Bergoglio funciona en base a
objetivos. Si usted le sirve, no corre peligro. Si se convierte en un
inconveniente, se ocupa de destruirlo.
P.- Una injuria es un agravio difamatorio. Pero
usted dice tener base para llamarlo así.
Que lo digan los que lo han sufrido.
Cuestión de negocios
P.- Sin embargo, el Premio Nobel de la Paz
argentino Adolfo Pérez Esquivel ha desvinculado a Bergoglio de la dictadura.
Me consta que Bergoglio protegió a gente, y no pudo
haberlo hecho de no tener un vínculo que se lo permitiera. A lo mejor la
mayoría de esas relaciones fueron para bien, pero otras no lo fueron tanto.
Quien tiene la capacidad de proteger, tiene también la facultad de desproteger.
P.- El primero que vinculó a Bergoglio con el
régimen militar fue el defensor de los derechos humanos Emilio Mignone. ¿De qué
lo acusaba?
De entregar sacerdotes, monjas, catequistas. Yo así
lo pensaba por entonces. Ahora creo que Bergoglio hizo sólo pecado de omisión.
P.- ¿Por qué cambió de opinión?
Por la reconstrucción de los hechos. ¿Qué sentido
tenía tener guardados a dos curas cinco meses cuando los militares eran dueños
de la vida y de la muerte? Le puedo contar para qué.
P.- ¿Para qué?
La dictadura buscaba una base en la sociedad civil
y religiosa. Había un vínculo importante entre el nuncio y Massera, y Videla
quería que el Episcopado recibiera a su ministro de Economía José Alfredo
Martínez de Hoz. Supongo que el nuncio convenció a los obispos. Orlando fue
liberado un domingo. A las 48 horas el Episcopado estaba recibiendo al ministro
de Economía. Así se explica que hubiera una visita importante, como dijo la
guardia, al lugar del cautiverio de Orlando y Jalics cuando estaban
secuestrados.
P.- Cree entonces que la liberación de los dos
curas está relacionada con el encuentro de Martínez de Hoz y los obispos.
Tal cual. Fue un canje. Su libertad salió en los
diarios inmediatamente, y cuando mi hermano y Jalics fueron liberados, se
despertaron del sueño inducido en medio del campo y descubrieron que tenían
dinero en los bolsillos. Así que la dictadura hizo sus negocios. ¿Por qué no
los mataron y los tuvieron encerrados tanto tiempos? Eran una pieza de la
negociación. Si la Armada hubiera estado segura de las acusaciones que recaían
sobre ellos, los habrían matado en 24 horas.
El nuevo Papa
P.- ¿Siente rencor hacia Bergoglio?
Sí. Pero yo no puedo ser autorreferencial. A
nosotros nos pasó algo malo con él. A otra gente no. Ahora, puedo estar en
desacuerdo de que quiera una Iglesia pobre. Para mí, esto es una gilada. La
opción por los pobres es también que la Iglesia comprenda cuál es el origen de
la pobreza, que es la acumulación de riqueza por un sector muy reducido dentro
de una lógica capitalista terrible. Acá crece la villa 31 y crece Puerto Madero
[el barrio más rico de Buenos Aires], ¿cómo puede ser? Cuando Juan Pablo II
donó su anillo a la gente de Brasil, ¿qué resolvió?
P.- Bergoglio ha dicho ahora que la Iglesia debe
ser para los pobres.
En buena hora, pero lo que se precisa es una
Iglesia que actúe sobre las causas de la pobreza. Habla del sufrimiento de los
pobres pero no de la usura internacional que deja a la gente sin casa y sin
comida. Yo espero una actitud más firme, y ojalá la tenga.
Publicado
en Público.es