Jueves 16 de mayo de 2013 por CEPRID
Tribunal
Dignidad, Soberanía, Paz Contra La Guerra-Comité Independencia y Soberanía Para
América Latina (Cispal)
Por CEPRID
Estados Unidos
creó la IV Flota en 1943, con el objetivo de combatir a los submarinos de la
Alemania nazi que merodeaban por el Atlántico y el Caribe. Terminada la guerra
era lógico que fuese desactivada, lo que ocurrió en 1950 cuando sus buques de
guerra pasaron a formar parte de la II Flota de Estados Unidos. En la
actualidad, después de 58 años, la IV Flota volvió a sus actividades en medio
de la insurgencia de los pueblos latinoamericanos y caribeños que constatan el
declive omnipotente del imperio en esta parte del mundo, cuando algunos
gobiernos progresistas exigen respeto a la soberanía e independencia de sus
patrias. Entonces, Estados Unidos, al perder una parte significativa de su poder
hegemónico, pretende recuperarlo con la amenaza de guerra, invasión armada,
destrucción y muerte. El fin es la dominación neocolonial que será truncada por
los pueblos y gobiernos hartos del dictado imperial.
La IV Flota fue
reactivada en el mes de abril de 2008, cuando el Jefe de Operaciones Navales de
esa época, el almirante Gary Roughead, anunció el renacimiento de ese aparataje
de guerra, para vigilar o intervenir en una zona caracterizada por la carencia
de conflictos bélicos. El 12 de julio de ese mismo año se oficializó el
restablecimiento de esa flota, durante una ceremonia llevada a cabo en la
Estación Naval de Mayport.
De esa
reactivación nunca se informó a los gobiernos de los países de Sudamérica que
expresaron preocupación y sorpresa. Fueron los gobiernos de Argentina y Brasil,
los que preguntaron al Departamento de Estado de Estados Unidos, cuáles serían
las misiones de la flota relanzada. En Venezuela, el presidente Hugo Chávez con
sobra de razones expresaba que la IV Flota habría sido relanzada para
amedrentar y asustar a los pueblos de América del Sur, al tiempo que prometía
que los aviones venezolanos Sukhoi Su-30, recientemente adquiridos a Rusia podrían
hundir cualquier nave estadounidense que invadiese aguas venezolanas. Por su
parte, el Comandante en Jefe Fidel Castro, advertía que la IV Flota podría
provocar nuevos incidentes como los ocurridos entre Ecuador y Colombia, como
consecuencia del bombardeo colombiano al suelo ecuatoriano de Angostura
ocurrida en marzo del año 2008.
La IV Flota de
Estados Unidos comenzó sus operaciones en julio de 2008 con la misión de
vigilar buques, aviones y submarinos que transiten por el Caribe, América
Central y América del Sur con el siempre recurrido pretexto de supuestamente “combatir
el terrorismo” y “actividades ilícitas” como el narcotráfico. La Casa Blanca
informaba que la IV Flota podrá emprender acciones conjuntas con las fuerzas
navales de países amigos con los que mantiene intereses comunes: ayuda
económica, política y militar con fines de adoctrinamiento, cooperación en la
ejecución de planes de contingencia, y la acostumbrada “ayuda humanitaria” con
la que penetran las tropas yanquis en nuestras patrias, sin disparar un tiro.
Esa Flota
estará encabezada por un poderoso portaaviones nuclear y sus actividades serán
coordinadas con el Comando Sur de Estados Unidos en Mayport (Florida). En su
primera etapa, las operaciones navales estuvieron bajo responsabilidad del
contraalmirante Joseph Kernan, que fue comandante del Comando de Tácticas
Especiales de Guerra Naval.
En la
actualidad, el Jefe del Comando Sur norteamericano, general John Kelly,
sostiene que la Flota cumplirá su deber y servirá para neutralizar la
influencia iraní en los países de América Latina antagonistas de Estados
Unidos.
“La realidad
sobre el terreno es que Irán se esfuerza por mantener su influencia en la
región, y sus intentos por cooperar con un pequeño grupo de países con
intereses adversos a Estados Unidos están disminuyendo”, agregaba el militar
Kelly en una audiencia en el Senado estadounidense.
En los últimos
años Irán ha incrementado sus relaciones con Venezuela, Bolivia, Ecuador,
Nicaragua, Argentina “en un intento por tratar de evadir las sanciones
internacionales en su contra y atizar los sentimientos antiestadounidenses,
pero esta política no obstante ha tenido sólo un éxito marginal, y la región en
su conjunto no ha sido receptiva de los esfuerzos iraníes”. Sin embargo Kelly
recordó que Hezbolá, que cuenta con el apoyo de Teherán, se ha establecido en
zonas de América Latina y ha recibido en el pasado colaboración de autoridades
venezolanas.
En ese sentido,
y ante los recortes presupuestarios que enfrenta el Pentágono, Kelly advirtió
que “limitar la capacidad de inteligencia del Comando Sur podría evitar que se
tenga un conocimiento integral de las actividades iraníes y de Hezbolá en la
región”. Claramente el Jefe del Comando Sur expresa que continuará la
injerencia en los países de América del Sur y el Caribe, y para ello servirá la
IV Flota que ejecuta maniobras estratégicas en la subregión. Las operaciones
navales abarcan los 30 países del subcontinente, “cubriendo 15.6 millones de
millas cuadradas en las aguas contiguas a Centro, Suramérica y el Mar Caribe”.
En el siglo
XXI, por su sobre su capacidad guerrerista y belicosidad despiadada e inhumana,
el imperialismo norteamericano ha perdido terreno en todo el mundo y, en
especial, en América Latina y el Caribe que han creado nuevas formas de
integración y unidad como el ALBA, Unasur y Celac. Estados Unidos ha perdido en
algunos países su influencia que era determinante y definitiva debido a su
prepotencia imperial contrarrestada por el surgimiento de nuevos líderes
gubernamentales y por la conciencia social, nacionalista y soberana de
movimientos sociales y políticos cansados de la obediencia al dictado imperial.
Ese despertar conciencial se debe al rechazo de los pueblos al consenso de Washington y la consiguiente
imposición de políticas neoliberales. “Existe
ahora, un desarrollo de la conciencia antiimperialista de los pueblos de
Latinoamérica porque los trabajadores y la juventud comprenden que los
causantes de sus males, de su situación de atraso y dependencia son
responsables los monopolios implantados por las transnacionales y el gobierno
norteamericano.
Los Estados
Unidos van a utilizar todo lo que esté a su disposición para remachar las
cadenas de dominación en Latinoamérica, para aquello han levantado el concepto
de la guerra preventiva, según la cual “debe combatirse al terrorismo donde
quiera que se encuentre, debe eliminarse a los ’terroristas’ a como de lugar,
debe interrumpirse o cortar las posibilidades del desarrollo de la guerra
revolucionaria, debe incluirse -imponerse si fuera necesario- la incorporación
de otros Estados o Gobiernos, debe eliminarse oportunamente las células
terroristas, “el eje del mal”, deben derrocarse los gobiernos que no son
incondicionales a la política del imperialismo” según se advierte en libro de Pablo
Miranda, “La guerra preventiva en América Latina”, Revista Política N° 24,
Ediciones de la Revolución Ecuatoriana, abril 2008, pág. 75.)
“Es así que la
IV Flota Estadounidense se convierte en una herramienta de terror y muerte, es
parte de la política guerrerista de los EEU, al mismo tiempo se convertirá en
un mecanismo de presión y arma fundamental en una presunta intervención a los
países donde la correlación de fuerzas ha cambiado”.
Jules Dufour,
en su artículo “El regreso de la Cuarta Flota y el futuro de América Latina”
publicado en Global Research, en agosto del 2008, sostenía: “Las tuercas se
aprietan contra América Latina. La cuarta flota estadounidense ha entrado
oficialmente en servicio el primero de julio. Este nuevo anuncio del 23 de
abril pasado no sorprende cuando uno sabe que Washington se ha mostrado en los
últimos años, muy preocupado por los movimientos de emancipación económica,
social y política que hacen varios países de América del Sur con los avances
extraordinarios de la revolución bolivariana y sobre todo, desde que se ha
formado la alianza bolivariana de las Américas (Alba) y que se han creado
varias instituciones concebidas para asegurar una mayor autonomía de los países
de la región.
El autor añade:
Recuperar el terreno perdido parece ser el desafío hecho en la política
estadounidense de intervención en América del Sur. Retomar el control en todos
los planes y, sobre todo, sobre el plan militar. La cuarta flota es un elemento
de la estrategia global aplicada en este contexto. Así, la presencia de esta
flota en las aguas que rodean Suramérica y el mar Caribe se ejercerá una
presión que será una amenaza constante sobre los regímenes políticos que ya no
se conforman mas con las reglas del « partenariat » impuestas por Washington o
sobre los que osarían ponerlas en tela de juicio, es decir sobre los que han hecho
progresar la democracia participativa, ciudadana y solidaria como sucede en
Venezuela, en Bolivia y en Ecuador. Esta presión se agrega al proceso de
desestabilización de gobiernos de estos Estados y de consolidación de armadas
nacionales de países que continúan siendo fieles y que se han comprometido a
colaborar.
Según el
comunicado de prensa emitido el 23 de abril de 2008, esta flota tendrá por
misión patrullar en las aguas latinoamericanas y caribeñas. “Volviendo a poner
en servicio la IV flota, nosotros reconocemos la inmensa importancia de la
seguridad marítima en esta región” declaraba el almirante Cary Roughead, en su
condición de jefe de operaciones navales del Pentágono”. La IV flota tiene su
base en Mayport, en el Estado de la Florida y actúa bajo la doble jefatura de
la marina americana y de las fuerzas militares del comando sur, es decir que
está ubicada bajo la jefatura del Southern Command (SC). Este comando o el
comando Sur (US SOUTHCOM) que posee sus cuarteles generales en Miami, en Florida,
es uno de los nueve comandos de combate unificados del Departamento de Defensa
de los Estados Unidos. Su territorio de intervención cubre la superficie de
América del Sur, de América Central y del Caribe. De hecho le corresponde una
superficie total de 40,4 millones de kilómetros cuadrados, es decir la de los
30 países que componen el subcontinente y de un punto de vista global
intervienen sobre un espacio correspondiente acerca del 20% de la superficie
total de los continentes.
“Este comando
está dotado de un doble mandato, a la vez militar y civil. Su personal proviene
de la armada, de la fuerza naval, de la fuerza aérea, de la infantería de
marina, del servicio de guardacostas y de otras agencias federales. Sus
diversas misiones y actividades de cooperación en el dominio de la seguridad se
efectúan sobre el comando conjunto de la armada del Sur, del comando de la
fuerzas navales del sur, de las fuerzas de infantería, de la marina del Sur,
del comando de operaciones especiales del sur, de la fuerza de la misión
conjunta interinstitucional del sur, del comando de la misión conjunta Bravo, del
comando de la fuerza de misión conjunta Guantánamo y de las Oficinas de
asistencia a la seguridad (southcom.mil ). La misión del SC es de efectuar
operaciones militares y de promover la cooperación en el dominio de la
seguridad con el fin de obtener los objetivos estratégicos de los Estados
Unidos; para hacer esto, el SC dispone de una serie de recursos para combatir
el narcoterrorismo, para prestar ayuda humanitaria en reacción a los desastres,
para hacer operaciones que necesitan la participación de la armada y para
intervenir en el teatro de operaciones llevadas para garantizar la seguridad.
El SC tiene como objetivos principales el de asegurar la defensa de los Estados
Unidos como el de promover las alianzas regionales y la estabilidad hemisférica
de esta misión. Esta misión y estos objetivos se enmarcan al interior de una
estrategia global que consiste en formar alianzas colectivas para garantizar la
seguridad, para promover la estabilidad y favorecer la prosperidad en todo este
espacio operacional tomando como recursos todas las fuentes de las que disponen
los Estados nacionales de las Américas (southcom.mil/).
Patio trasero y
lago particular
El discurso colonizador
no puede ser más claro, pues para ese tipo de pensamiento, nuestros países
siguen siendo el “patio trasero” del imperio y el Caribe su “lago particular”.
Por eso, el “comando del SC se ejerce sobre la masa terrestre de América Latina
situada al sur de México, las aguas que rodean América central y América del
Sur, las del mar Caribe con sus doce países insulares y territorios sobre la
jurisdicción de países europeos, el golfo de México y una porción del Océano
Atlántico. Los países ubicados sobre la
vigilancia de este comando son: Antigua y Barbuda, Argentina, Las Bahamas,
Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Islas Caimanes, Chile, Colombia, Costa Rica,
Dominica, La República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala,
Guyana, República de Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Perú, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucia, San Vicente y las Granadinas,
Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela, (southcom.mil).
La política
imperial que se aplica “hoy en día con los dispositivos de vigilancia y de
intervención que no exigen necesariamente una invasión terrestre para asegurar
el control de un territorio. Es de esta forma que el Southern, no ha estado
presente totalmente sobre el terreno; para él, solo le basta con disponer de
las informaciones necesarias y el puede golpear ahí donde es necesario de hacer
a partir de instalaciones militares que pueden situarse a miles de kilómetros
de blancos u objetivos. El golpe perpetrado en suelo ecuatoriano contra las
FARC el primero de marzo de 2008, es la prueba de esta situación. Este comando
se muestra indispensable para asegurar la seguridad de los intereses americanos
en la región y para controlar el acceso a los recursos estratégicos tales como
los recursos energéticos fósiles y las reservas de aguas de la Amazonia.
Los
estadounidenses disponen, al igual que con el cierre de sus instalaciones en
Panamá, de un imponente arsenal de combate disponible para defender los
intereses americanos en América del Sur o para “defender la América” como ellos
lo dicen en sus reportes. Ellos pueden contar con las fuerzas acantonadas en
los mismos Estados Unidos y eventualmente sobre aquellas de las armadas
nacionales de muchos países tales como el Perú, Guatemala, República
Dominicana, El Salvador, Honduras, Paraguay, Chile y Colombia. Es en este
último país y en Honduras, los contingentes de soldados americanos son los más
numerosos e importantes. En Colombia, se nota la presencia de 800 militares
americanos y de 600 consejeros ubicados bajo contrato. Estos efectivos apoyan
desde Bogotá las operaciones contra las FARC y sobre todo contribuyen a la
formación y al entrenamiento de las fuerzas militares de Colombia, todo bajo el
financiamiento que desde hace 14 años se realiza en el marco del llamado Plan
Colombia.
Este plan, que
al inicio fue concebido esencialmente para permitir la erradicación de la coca
y luego reemplazarla por otros cultivos, fue transformado desde su puesta en
marcha en 1999, por un programa de financiamiento de operaciones militares
ejecutadas por el ejército colombiano o por diversas fuerzas paramilitares de
este país. A partir del 2001, el financiamiento dado por la administración
Bush, ha ido incrementándose de manera significativa pasando del orden de un
poco mas de 100 a 380 millones de dólares, correspondientes a una parte
importante de los 676 millones de dólares acordados en el marco de “la
iniciativa andina de guerra contra las drogas”. En 2004, este financiamiento
alcanzo la suma de $ 463 millones de dólares.
Según Piedad
Córdoba Ruiz, ex senadora colombiana, el 48.5% de las fuentes de financiamiento
del Plan Colombia provienen del Estado colombiano. La “ayuda” militar de
Estados Unidos superó ya los siete mil millones de dólares que se han gastado
en los “batallones antinarcóticos” y para la compra de helicópteros Black Hawk
y para “perseguir, juzgar y condenar los narcotraficantes y otros delincuentes”,
es decir a los “terroristas” de las FARC-EP y ELN. A más de la IV Flota, el Southern Command
posee poderosas bases militares en América Latina. El SC puede operar a partir
de sitios localizados en Fort Buchanan, en San Juan (Puerto Rico), y en Fort
Bravo en Soto Cano en Honduras. Además, posee otros sitios avanzados en
Comalapa en El Salvador, y sobre las islas de Aruba y de Curazao. El comando
trabaja de manera cooperativa con las fuerzas militares del Perú, del Salvador,
del Brasil, de Honduras, del Paraguay, de Guatemala y de Chile. En Colombia a
pesar de que la Corte Constitucional negara la entrega de siete bases
militares, Estados Unidos utiliza todas las bases que quiera, según sean sus
necesidades o sus objetivos geoestratégicos permanentes u ocasionales. La IV Flota, según N. Kozloff, está conformada
por “11 navíos que están actualmente ubicados sobre el Southern Command, una
cifra que podría aumentar en el futuro. La flota tiene previsto asignar un
porta aviones de propulsión nuclear, en ese sentido el USS George Washington
tiene esa fuerza. Según otras informaciones los Estados Unidos tendrían para
este objetivo 10 porta-aviones Nimitz que poseen una potencia de desplazamiento
de 101,000 a 104,000 toneladas y un largor de 333 metros; estos aparatos están
dotados de dos reactores nucleares, pueden desplazarse a una velocidad de 56 Km
por/hora y tienen la capacidad de albergar 80 aviones bombarderos. Vale la pena
tener en cuenta otros dos navíos que harían parte de la flota, el USS Kearsarge
LHD-3 y el USS Boxer (LHD-4).
Durante el
siglo XX y hasta la fecha, las fuerzas navales estadounidenses han estado
omnipresentes en los océanos del hemisferio sur de la misma manera que lo han
sido en todos los espacios oceánicos del planeta. La presencia y las
operaciones navales conducidas por la marina yanqui, puesta bajo el mando del
Southern Command son una realidad que afecta América Latina en conjunto desde
1960. Pues en efecto, cada año las fuerzas navales del Southern Command
realizan maniobras militares y especialmente las operaciones UNITAS. Estos
ejercicios se realizan con la participación de algunos países suramericanos y
otros países invitados. Generalmente reúnen personal de las fuerzas navales del
Southern Command, de los destructores Squadron Four Zero, USS Forrest Sherman
(DDG98), USS Farragut (DDG 99) USS Kauffman (FFG 59) así como personal de la
división internacional de entrenamiento de la guardia costera de los Estados
Unidos y el personal de la marina.
Lejeune Mirhan,
en un análisis publicado en www.vermelho.org, traducido para Cubadebate,
Rebelión y Tlaxcala por Àlex Tarradellas sostiene:
Los Estados
Unidos poseen el mayor y más poderoso ejército de tierra. Sus fuerzas armadas
combinadas, que superan los dos millones de soldados, esparcidos en todos los
continentes, son las que poseen los mejores y más sofisticados equipamientos,
la mejor tecnología, el mejor entrenamiento y sus soldados —todos
profesionales— son los mejor remunerados del planeta.
En el caso de
sus flotas navales, éstas siempre han sido siete en total. La Primera Flota es
la más antigua, la histórica, y está prácticamente desactivada. La polémica
Cuarta Flota funcionó entre 1943 y 1950, pero acabó siendo desactivada. Las
otras actualmente se encuentran en las siguientes zonas: la Tercera en el norte
y este del Pacífico; la Segunda en el resto del Atlántico Norte, la costa este
de los Estados Unidos y el oeste de África; la Quinta permanece constantemente
en el Golfo Pérsico vigilando el estrecho de Ormuz; la Sexta en el mar
Mediterráneo; y la Séptima en el oeste del Pacífico y todo el océano Índico.
Esa es la distribución de las flotas navales estadounidenses.
Ya se ha
hablado del potencial que esas flotas navales poseen. No sólo en términos de
armamentos nucleares y tecnología, sino en todo el dispositivo que ésta
desplaza al mar. Como media, cada flota naval contiene hasta 120 aviones, 60
tanques, tres submarinos nucleares y 12 navíos de escolta (cruceros o
cazatorpederos). Lo más sorprendente es su capacidad de bombardeo. Se sabe que
cualquier punto en la tierra, en nuestro planeta, puede ser atacado por un
avión estadounidense en menos de 90 minutos, saliendo éste de un portaviones,
que son los buques insignia de las flotas navales. Un ataque de esa naturaleza,
ordenado por el presidente de los Estados Unidos, podría ocurrir sin que una
aeronave supersónica estadounidense necesitara aterrizar en tierra o
reabastecerse. ¡Se levanta el vuelo, se ataca y se regresa a la base, en el
portaviones nuclear!”
¿Para qué la IV
Flota si no es para amenazar a nuestras patrias, muchas de las cuales viven
gobiernos progresistas y democráticos? Estados Unidos debería comprender que el
Consenso de Washington que originó el neoliberalismo fue un fracaso condenado
por latinoamericanos y caribeños y debe entender que estos ya no son tiempos de
la política de la zanahoria y el gran garrote y mucho menos de la doctrina
Monroe, porque América no es para los estadounidenses solamente, es para
latinos y caribeños. Por tanto, todo el poder bélico imperial, incluida la IV
Flota son inútiles.
El autor
brasilero Lejeune Mirhan, afirmaba: “tenemos las recientes descubiertos megacampos
petrolíferos en la costa brasileña, hay más de 300 kilómetros mar adentro y
debajo de la plataforma continental, en áreas que hace algún tiempo que los
técnicos llaman “pré-sal”. Las reservas estimadas y deducidas de la cuenca de
Santos, Campos y algunas otras zonas del noreste pueden colocar a Brasil en el
mismo nivel que el de las llamadas “Siete Hermanas” de la industria del
petróleo, pudiéndose situar entre las tres mayores del planeta. Algunos
técnicos y especialistas afirman que podemos haber aumentado nuestras reservas
en hasta 50.000 millones de barriles de petróleo, casi cinco veces más que el
total de hoy en día.
Brasil, Irán,
China…
Con el proceso
de reactivación, el griterío fue general. El presidente Lula en su época
cuestionó la necesidad de la reactivación de la Cuarta Flota. Para qué, se
preguntó Lula. El presidente se extrañó de esa necesidad y lo relacionó
inmediatamente con las descubiertas de petróleo en Brasil.
Algunos
especialistas llegan a afirmar que esa Cuarta Flota sería para dar apoyo a
algún ataque a Irán que sería a partir de la Quinta Flota del Golfo Pérsico. En
un máximo de 16 horas, las embarcaciones serían desplazadas desde América
Latina y el Caribe hasta el Golfo.
Guillermo Burneo
Seminario, en Alainet, decía: “Desintegrada la URSS a inicios de la década del
90 del siglo XX y, ya como potencia hegemónica unipolar, Estados Unidos
emprende la guerra contra el “terrorismo” invadiendo a Irak y Afganistán en el
Medio Oriente, y en América Latina desplazando y posicionando contingentes
armados en bases militares bajo el pretexto de la guerra contra las drogas.
En la
actualidad, en una coyuntura internacional en donde la hegemonía de los Estados
Unidos es cuestionada y disputada por la emergencia de China como nueva
potencia, la IV Flota es reactivada para articular el dispositivo militar
estadounidense desplegado en América Latina, como parte de una estrategia bélica
de magnitud global en el siglo XXI.
Hay países en
desarrollo aplicando políticas anti cíclicas, sostenía. China está
promocionando el mercado interno, la industria y la agricultura, la
infraestructura, la tecnología, la ciencia y la educación mediante un programa
económico anti crisis de 586 mil millones de dólares y haciendo de la crisis la
oportunidad para sentar la base de un nuevo crecimiento.
La demanda de
materias primas por parte de China y otras economías en desarrollo, está
permitiendo también a los países ricos en minerales e hidrocarburos sortear la
crisis económica. El Financial Times informó que China prestó 110.000 millones
de dólares en el 2009 y el 2010 a las naciones en desarrollo, superando al
Banco Mundial en el mismo periodo. También China es el primer acreedor de los
Estados Unidos mediante la compra de bonos del tesoro público.
Mantener el rol
hegemónico del dólar en el comercio y las finanzas internacionales es vital
para la política y estrategia imperial de los Estados Unidos. El dólar es la
médula del sistema financiero internacional, lo que le da una gran ventaja. Es
por eso que como respuesta a la crisis está inundando de dólares “el mundo que,
como el dinero falso, carece totalmente de respaldo”. País que se atreva a
optar por otra moneda está sujeto a una “gran presión y en algunos casos bajo
devastadores ataques. Saddam Hussein, que prohibió la circulación del dólar en
todas las esferas económicas de Irak, incluido el comercio del petróleo fue
derrocado y ahorcado y su país quedó en ruinas. Muammar Gadafi inició el cambio
en las transacciones de petróleo y gas libio a divisas árabes con respaldo en
oro y los ataques aéreos se iniciaron casi de inmediato…Teherán tuvo que
suspender su plan de eliminar el dólar para evitar ser víctima de una agresión”.
Esto no amilanó al presidente chino Hu Jintao quien manifestó que “la
preeminencia del dólar es cosa del pasado”.
Estados Unidos
tiene claro que su alianza con Europa es una garantía fundamental para su
hegemonía. Es sobre esta alianza que erige y expande la OTAN como el gendarme
global bajo su férula. Pero es en época de crisis cuando las tensiones entre
aliados se agudizan. Con el euro debilitado y zarandeado, con el precio del petróleo
en alza y el descontento social creciendo, Europa se asocia con Rusia en la
construcción de ductos necesarios y vitales para el abastecimiento de gas.
Rusia,
renaciendo desde sus cenizas y con la garantía de su poder atómico, demanda y
clama ser considerada como protagonista decisiva en los asuntos globales,
fundamentalmente en Europa, Medio Oriente y Asia. Necesita de sus vecinos
europeos para garantizar que la paz perdure en el continente, así como, para
lograr el propósito de modernizar su industria que la convierta “en una de las
cinco economías del mundo para el 2020”.
La OTAN invita
a Rusia a integrase a su sistema militar, pero Estados Unidos persiste en
instalar el escudo antimisiles en Polonia, lo que es inaceptable para Rusia.
Por otro lado, Rusia no descuida su relación con países que integraron la URSS
y busca darle nuevo dinamismo a la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y
a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Ya en el 2000
fomentó la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA) y en el 2001 constituyó la
Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) con Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y China
y como observadores, a India, Irán Pakistán, Mongolia, Bielorrusia y Sri Lanka.
Es sobre esta
última organización en donde Rusia y China apuestan su alianza estratégica
mediante la red de oleoductos y gaseoductos ya construidos, como por
construirse en Asia Central. El impacto geopolítico de esta organización no sólo llega a la región con la mayor reserva
de hidrocarburos, sino también a Europa y los Estados Unidos.
Rusia y China
necesitan contener la penetración y presencia de los Estados Unidos y la OTAN
en Medio Oriente. La inestabilidad de esta región pone en jaque las
expectativas de crecimiento de ambos países. A China por ser su fuente
principal de hidrocarburos, a Rusia porque la obliga a destinar gasto militar,
y a ambos porque les limita las posibilidades de millonarios negocios en la
región.
China está
aplicando la estrategia del beneficio mutuo con Japón, con los Tigres del Asia,
con la India y con Australia, proyectando hacer de Asia el centro industrial,
financiero y comercial del siglo XXI. Y como era de esperarse, Rusia no quiera
estar ajena a este acontecimiento.
Pero es
África en donde se transluce en forma diáfana, la pugna y lucha entre la
potencia en declive y la emergente, los Estados Unidos y China. Se proyecta que
para el 2020 China adelantaría a EEUU como potencia económica y “lo mejor que
puede hacerse es ralentizar su crecimiento económico, privarla de los
minerales, dado que quien controle los minerales controla la economía mundial”.
“La causa de este desafío es la creciente demanda global y (…) la conducta
agresiva y a veces monopolista de China en pos de los minerales…,El Consejo
Nacional de Seguridad de EE.UU., el Departamento de Defensa (DOD) y el AFRICOM
podrían desarrollar contingencias para enfrentar la eventual perspectiva de
cortes de recursos y la posibilidad de conflicto por minerales estratégicos”.
Si nos miramos
en el espejo de África, no es difícil deducir que los Estados Unidos y Europa
no le harán fácil el avance a China en nuestra región. Y es aquí en donde
Brasil entra a jugar su rol como integrante del BRICS, foro que reúne a las
principales economías emergentes como Rusia, Brasil, India, China y Sudáfrica.
Brasil siempre
ha sido el interlocutor principal con los Estados Unidos en los asuntos de
América del Sur. Pero en la medida que sin sometimiento y con políticas
independientes asume protagonismo en asuntos globales, Estados Unidos estará
presto a impedirle el paso. Y no hay que soslayar que Brasil es el principal
socio comercial de China en América del Sur. “En el 2009 el Banco de Desarrollo
de China concedió un préstamo a la empresa brasileña Petrobras por 10.000
millones de dólares, que avala con el suministro de 200,000 barriles diarios”.
Es en Venezuela
donde China evidencia su necesidad estratégica por petróleo. Le ha
proporcionado un crédito de 20,000 millones de dólares que Venezuela cancela
con petróleo para “el 2010, 200 mil barriles diarios; para 2011, 250 barriles
diarios y para 2012, no menos de 300 mil barriles diarios. Si a esto se agrega
los 500 mil barriles diarios que Venezuela ya envía diariamente a China y 400
mil barriles diarios que producirá una empresa mixta bi-nacional en la faja
petrolera del Orinoco, en 2012 Venezuela estará enviando a China más de 1
millón de barriles diarios, la misma cantidad que exporta a Estados Unidos”.
Es en este
contexto que la IV Flota de los Estados Unidos tiene sentido. Para el Comando
Sur, esta flota es el articulador del dispositivo militar que involucra
ejercicios militares, operaciones conjuntas, bases militares, Plan Colombia y
venta de armamento para abordar “amenazas domésticas y trasnacionales como
organizaciones narcoterroristas, tráfico ilícito y disturbio social”. Entonces,
no estamos ajenos también a que se invoque al Consejo Nacional de Seguridad de
EE.UU., al Departamento de Defensa (DOD) y al Comando Sur para “desarrollar
contingencias para enfrentar la eventual perspectiva de cortes de recursos y la
posibilidad de conflicto por minerales” y porque no, a la Fuerza de Respuesta
de la OTAN, a semejanza de África.
Mauricio
Becerra, en un análisis difundido por El Ciudadano, afirmaba: Desde el 2008 que
por las aguas de Latinoamérica y el Caribe navegan los barcos de la IVª Flota
de la Marina de Estados Unidos. Además de la influencia que ejercen en los
cuerpos armados de la región a través de ejercicios conjuntos, la apuesta es
vigilar el crecimiento de Brasil y la alianza de gobiernos progresistas de la
región. La experiencia tras el terremoto de Haití da algunas pistas sobre sus
prioridades.
La reactivación
en julio del 2008 de la IVª Flota de la marina de EEUU da cuenta de la
prioridad en las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica. El objetivo
de Estados Unidos es contrapesar a los gobiernos progresistas que han tomado
control de sus recursos naturales, como Venezuela, Argentina, Bolivia o
Ecuador.
Pero un motivo
mayor es intentar frenar el crecimiento de Brasil como potencia en el
continente, país rico en recursos naturales en su territorio y en su espacio
marítimo, sea el Amazonas o sus costas.
Además EEUU
instaló 5 bases aéreas y 2 navales en Colombia, hecho revertido por un edicto
de los tribunales de dicho país. Pese a ello, recientemente el general Dumpsey
visitó la base militar colombiana de Tibú y dijo que para la lucha contra el
narcotráfico y la insurgencia se envió a comandantes de brigada con experiencia
práctica en Afganistán e Irak para que entrenen a militares y policías
colombianos.
Wall Street
Journal informó que Colombia ya constituyó sus propios Comandos Conjuntos de
Operaciones Especiales que imitan a los estadounidenses para llevar a cabo
misiones de cazar-matar a militantes de las guerrillas FARC y ELN.
La “ayuda
humanitaria”
El Comando del
Sur también financió la edificación de un Centro “de emergencias y ayuda
humanitaria” instalado en el Aeropuerto de Resistencia, en la norteña provincia
del Chaco de Argentina a fines de marzo, para lo que se puso con 3 millones de
dólares; y la construcción de una base naval en la isla Saona en República
Dominicana, cuyo costo es de 1,5 millones de dólares. Si en la base en
territorio argentino la excusa es apoyar en emergencias, en la isla caribeña es
el control al tráfico de drogas y la inmigración ilegal.
Algunas de las
1000 bases militares de EEUU alrededor del mundo están en Belice, Nicaragua,
Panamá, Guatemala, Costa Rica y Honduras, país en el que EEUU tuvo activa
participación en el golpe de Estado que el 2009 terminó con el gobierno de
Manuel Zelaya.
SOA Watch acusa
que “la expansión de la presencia militar de EEUU en la región busca, además de
intimidar los procesos políticos de transformación en la región, posicionar su
fuerza militar en áreas estratégicas de gran riqueza natural”. Apenas una
semana después del terremoto en Haití el Pentágono envió un portaaviones, 33
aviones y varias naves de guerra; tomó el control del aeropuerto de Puerto
Príncipe; y dobló con 16 mil soldados a los 7 mil de las fuerzas de la Minustah
(la Misión de Naciones Unidas para la “Estabilización” de Haití). Se trataba de
una misión de carácter humanitario.
Con el mismo
argumento, Chile ha participado de la Minustah en conjunto con otros países
latinoamericanos. El director del Centro Conjunto para Operaciones de Paz de
Chile (Cecopac), capitán de navío Claudio Zanetti, detalla que ya se han hecho
17 relevos a Haití, cada uno compuesto por poco más de 300 hombres. Además
Chile tiene soldados con el casco de Naciones unidas en Chipre y Bosnia; además
de observadores en Líbano, India Pakistán, Siria y Palestina.
“El beneficio
para nosotros como FFAA es la experiencia que se tiene al estar operando 24
horas al día por 7 días a la semana”- recalca Zanetti.
Dicha
experiencia fue requerida los días posteriores al 27F. “Vimos los beneficios
con el terremoto. Mucha gente que participó en la mantención de la paz y el
orden en las regiones afectadas por el terremoto fue gente que ya tenía
experiencia en Haití”- cuenta Zanetti.
La misma
experiencia fue la usada por los paracaidistas brasileños que en diciembre del
2010 comenzaron a invadir las favelas de Río de Janeiro. El comandante a cargo
de la operación, el general Fernando Sardenberg, se desempeñó el 2004 como
comandante de la Minustah y la práctica ganada por sus tropas frente a la
población civil de Cité Soleil y Belait la aplicaron para controlas las
poblaciones de las favelas del Complexo do Alemão y Vilha Cruzeiro. El objetivo
de la llamada ‘pacificación’ es la restructuración urbana de la ciudad con
miras a las futuras Olimpiadas y el Mundial de Fútbol.
Zanetti
defiende esta nueva capacidad militar diciendo que “en las misiones de paz el
uso del arma es el último recurso. Entras por presencia y el trato con el civil
es el factor primordial a desarrollar. Lamentablemente esto se aplica en
nuestro entrenamiento militar hace sólo unos 5 años. Tú ya no ves un enemigo,
ves a una persona que tiene un problema”.
En última
instancia, Estados Unidos con todo su poderío bélico y su IV Flota recorriendo
los mares adyacentes a América Latina y el Caribe, no podrá detener la oleada
popular que ha decidido acabar con el neoliberalismo, el imperialismo y sus
ansias de dominación neocolonial. Otros tiempos viven nuestras patrias y son tiempos
de recuperación plena de la independencia y soberanía.
Correo
electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com