Por Emilio Marín
La República Popular Democrática
de Corea (RPDC) puso en órbita un satélite para observación terrestre. Estados
Unidos, el Consejo de Seguridad y la OTAN la acusaron de ser una potencia con
planes de cometer crímenes atómicos.
Esa República Popular Democrática de Corea debe lidiar con la campaña
de mentiras más sostenida de la historia moderna. El origen de esa desgracia
está en que fue en la península coreana donde los militares norteamericanos
sufrieron su primera derrota pos Segunda Guerra Mundial.
Los yanquis y sus súbditos sureanos fueron repelidos al sur del
paralelo 38 por las fuerzas norcoreanas comandadas por Kim Il Sing, fundador de
la RPDC. Tras esa ofensiva de los comunistas, apoyados por China Popular, los
generales estadounidenses pidieron a su gobierno lanzar la bomba atómica. Les
estaban dando flor de paliza en el terreno.
Debe ser porque no asimilan aquella derrota histórica, que los
sucesivos gobiernos norteamericanos han tenido a Corea del Norte entre ceja y
ceja. Al sur del mencionado paralelo mantiene 35.000 marines para defender el
régimen capitalista de Seúl.
No todo se limita a esa pesada herencia histórica. Hay motivos
actuales. El presidente Barack Obama y el secretario del Pentágono, Leon
Panetta, confirmaron en 2011 que la región clave para mantener su hegemonía
mundial es la de Asia-Pacífico. Allí están mandando el grueso de sus naves de
guerra. Están organizando a sus aliados (Japón, Corea del Sur, Filipinas y
otros) para tender un cordón sanitario que estrangule a China, a la que apuntan
desde bases en Australia.
En ese plan estadounidense, pegar y dislocar a Corea del Norte, desde
diciembre último a cargo del joven líder Kim Jong-Un, es parte de la estrategia
para doblegar a Beijing, su objetivo final. Algo similar ocurría entre 1950 y
1953, cuando se libró la mencionada guerra, tan frustrante para Washington.
Ese odio ancestral contra Corea del Norte se expresa con comentarios
sobre la “dictadura stalinista”, “país atrasado y que sufre hambrunas”, “promotor
de la carrera armamentista en la zona”, “peligro para la paz mundial” y otras
descalificaciones.
Los ataques contra ese país de 24 millones de habitantes vienen
mostrando una total falta de puntería. Viene fallando el agorero pronóstico del
imperio de que ante la muerte de cada uno de los líderes, el país colapsaría.
Lo dijeron en 1994, cuando falleció Kim il Sung; lo repitieron en 2011 cuando
fue enterrado Kim Jong il y muchas otras veces ante fenómenos naturales como
tremendas inundaciones, dificultades alimentarias derivadas de ello, etc. ¿Cómo
se dirá en coreano “Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”?
Satélite en órbita.
Con tal de denigrar a los coreanos, periodistas como Joan Biosca han
escrito en “La Nación” (12/1): “se trata de un país blindado al mundo exterior
que no permite, por ejemplo, que sus ciudadanos salgan libremente de sus
fronteras, como sucede en Cuba”. ¡Ah! ¿Los cubanos pueden salir libremente de
sus fronteras? Que Biosca le informe al Departamento de Estado y diarios de la
SIP, incluida “La Nación”, que siguen repitiendo que la Mayor de las Antillas
es un campo de concentración del que no se puede salir...
Volviendo a Corea del Norte, la gran noticia fue el lanzamiento, el 12
de diciembre, de un cohete portador Unha 3, que llevaba el satélite
Kwangmyongsong 3, que comenzó a orbitar alrededor de la Tierra.
La agencia oficial KCNA indicó que el lanzamiento se había hecho desde
el Centro Espacial Sohae en el distrito de Cholsan, de la provincia Phyongan
del Norte, y que el satélite “entró en la órbita establecida con anterioridad”.
El exitoso operativo fue parte del plan de desarrollo científico y
tecnológico del país, dijo la agencia, agregando que toda la gente estaba
sumamente emocionada por el suceso. La población salió a festejar a las calles.
El motivo de tanta alegría es fácil de entender. Al poner en órbita un
satélite de observación con tecnología propia, en medio de un durísimo bloqueo
y sanciones de buena parte del mundo, el país mostró un gran avance. Con un
poco de nacionalismo, sano en este caso, los norcoreanos están muy felices
porque la otra parte, Corea del Sur, bajo dominio norteamericano, no ha logrado
hasta ahora un avance de ese tipo. ¿Cuál es la Corea avanzada y cuál la
atrasada, entonces?
La felicidad norcoreana también tiene que ver con que en estos días de
diciembre, cuando el satélite entró en órbita, se cumplieron cien años del
nacimiento del líder y fundador Kim il Sung y el primer aniversario del
fallecimiento de Kim Jon il. Fue una forma de homenajearlos. Se puede estar de
acuerdo o no con el sistema de casi socialismo hereditario que implicaron esos
relevos en el poder. El cronista tiene sus críticas a esa costumbre. Sin
embargo, ese árbol no debería tapar el bosque de un gobierno que protege a su
población y se defiende de las agresiones políticas y bélicas del malvecino de
Seúl y su jefe norteamericano. Y que, en medio de tantas acechanzas, logra un
avance científico tan notable como la puesta en órbita del satélite. No hay
muchos países en el mundo que lo hacen...
Ese logro podría sintetizar la ideología norcoreana llamada “juche o
suche”, sinónimo de autonomía nacional y peculiaridades coreanas. Se precian de
no depender de ninguna fuerza extranjera y de apoyarse en sus propias fuerzas.
Ese fue el aporte ideológico del fundador y desde el espacio ahora un satélite
parece hacerle señas en cada pasada de órbita, a él y a su hijo, fallecido de
un paro cardíaco, ambos sepultados en el Palacio Memorial de Kumsusan.
La cancillería de la RPDC reafirmó: “sin importar lo que digan otros,
continuaremos ejerciendo nuestro derecho legítimo a lanzar satélites y así
contribuir activamente a la construcción económica y mejora de los estándares
de vida de la población”. Fue como decir: déjennos en paz. ¿Ponemos satélites
en el espacio, y qué?
“Al ladrón, al ladrón”.
La proeza científica de Pyongyang ha sido desnaturalizada por la
propaganda norteamericana, el Consejo de Seguridad de la ONU y la OTAN, además
del presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak.
Esos sectores acusaron a la RPDC de alentar un plan misilístico pues
el cohete portador del satélite del 12 de diciembre en el futuro podría llevar
una carga atómica. Los más delirantes aseguran que el régimen comunista podría
minimizar el componente de una bomba atómica hasta el tamaño adecuado a la
punta de aquel portador.
Son todas especulaciones mal intencionadas. Lo que manifestó el
presidente norcoreano fue que el exitoso satélite “constituye una ocasión para
mostrar al país y al extranjero la inquebrantable postura de la RPDC en cuanto
a ejercer su legítimo derecho a usar el espacio con fines pacíficos y a
desarrollar la ciencia, la tecnología y la economía”.
La Casa Blanca y sus aliados, Japón y Corea del Sur, reclamaron una
reunión de urgencia del Consejo de Seguridad para condenar a Pyongyang. Israel
no se sumó: está con cola de paja por el genocidio de Gaza y sus 200 armas
atómicas.
El vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, calificó el lanzamiento como “un
acto de provocación que amenaza la paz y la seguridad regionales y socava el
régimen global de no proliferación”. Dijo que ese gobierno debía ser castigado “por
su flagrante violación a las obligaciones internacionales”.
Inmediatamente el Consejo de Seguridad leyó una declaración del mismo
tono, a cargo de Mohammed Luilichki, de Marruecos, su presidente rotativo. El
surcoreano Ban Ki Moon, sin apartarse del caso pese a su clara parcialidad, se
sumó a las condenas, desde la secretaría general de la ONU.
El cronista siente la necesidad de preguntarles a esos personajes y
gobiernos si no tienen un poco de vergüenza. EE UU y sus aliados de la OTAN
provocaron unos 15.000 muertos en Libia, incluido el presidente Muammar Khadafy.
Y con su actual intervención solapada en Siria, unos 40.000 muertos. ¿Y todavía
ponderan “la paz mundial” y acusan que un satélite norcoreano significaría una “flagrante
violación” de la ley?
Al menos la RPDC blanqueó en 2005 que es una potencia nuclear. Bah,
que tiene unas 6-7-8 bombas atómicas relativamente artesanales. ¿Cuántos miles
tiene la superpotencia? Se estima que más de 5.000 armas nucleares, con misiles
intercontinentales, emplazamientos terrestres, en aviones y submarinos. Y estos
criminales de guerra, que ya emplearon el arma nuclear en Hiroshima y Nagasaki,
¿acusan al país socialista asiático de ser un riesgo para la paz?
Que lo diga Obama, vaya y pase. Pero duele que la cancillería
argentina repitiera esas falsificaciones. Un comunicado suyo manifestó “su
honda preocupación por el lanzamiento utilizando tecnología de misiles
balísticos”, y se unió “al llamado de la comunidad internacional para que el
gobierno de ese país cumpla las Resoluciones 1718 (2006) y 1874 (2009) de
Naciones Unidas”, que controla la utilización del armamento y energía nuclear
de ese país. ¿Creerá Timerman que haciendo buena letra con EE UU le perdonarán
las conversaciones con Irán o levantarán las sanciones pedidas contra Argentina
en la OMC?