lunes, 25 de junio de 2012

MUNDO : De Nicaragua a Siria - ¡Ha muerto el periodismo, viva la psico-guerra!


OPINIÓN de los colegas de ALBARED

El mundo desde una perspectiva antiimperialista -the world from an anti-imperialist perspective



MUNDO: De Nicaragua a Siria - ¡Ha muerto el periodismo, viva la psico-guerra!


Enviado por tortilla en Sáb, 06/23/2012 - 16:33
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Por Jorge Capelán y toni solo, 22 de junio 2002

E
L periodismo se ha hecho obsoleto por la manera en que lo practican los medios de los países de la OTAN y sus aliados. Las recientes guerras, desde la Costa Marfil hasta Libia y ahora Siria, solo confirman lo que ya había quedado claro después de la cadena de guerras de los años 1990s en la ex Yugoslavia, Iraq, Somalía, Rwanda, el Congo, y muchos lugares más. Los medios informativos de los países de la OTAN a lo largo del espectro político, son, de una manera u otra, un componente vital de la planificación militar y la práctica de la guerra psicológica. Lo mismo vale para el caso de las organizaciones no-gubernamentales de asistencia al desarrollo y de los derechos humanos.

Los conflictos en Libia y Siria demuestran que la mayoría de las corrientes progresistas y radicales de la opinión política están siempre dispuestas a colaborar con las campañas de guerra psicológica de la OTAN contra los países que son blancos de agresión. En general, casi toda la opinión progresista occidental permite que la intimiden con la falsa retórica de la democracia y los derechos humanos desplegada por la maquinaria de guerra psicológica de la OTAN. La expresión más común de este hecho es que los representantes de la opinión progresista busquen una posición neutral que en la práctica facilita la agresión de la OTAN contra sus víctimas.

América Latina


Esto a su vez demuestra que es fácil satanizar sistemas políticos y movimientos aun si cuentan con un apoyo popular masivo, como pasó en los casos de la Jamahiriya libia o del partido Baaz en Siria. Tácticas similares se usan contra todos los países en América Latina que no se someten a los imperativos de los países de la OTAN. También se ataca la solidaridad entre esos países y la que reciben de terceros países, como Rusia o Irán. 

Estas campañas siempre se enfocan sobre una nación diferente, dependiendo de la coyuntura específica. Aparte de la constante campaña contra Venezuela, uno puede recordar también la de la llamada “Primavera Negra” de Cuba en 2003 o la de las semanas y meses antes del golpe abortado contra el Presidente Correa en Ecuador en 2010. Ahora se ven las protestas contra Evo Morales en Bolivia y Cristina Fernandez en Argentina, así como el “golpe express” contra Fernando Lugo en Paraguay.

Estas campañas de satanización siempre buscan establecer diferencias entre los países latinoamericanos rebeldes. Mientras la CNN y otros medios imperiales a veces se enfocan en el “realismo” de Lula en contraste al “imprevisible” Chávez, en otros momentos subrayan la voluntad de Correa de dialogar con, digamos, Hillary Clinton contraponiéndolo a un Daniel Ortega “sospechoso” y “taimado”. Los papeles de ángeles y demonios que las campañas asignan a los dirigentes latinoamericanos pueden variar de la noche a la mañana. No tienen ninguna conexión con la realidad de las cosas sino con las necesidades y la lógica de la guerra psicológica de los países de la OTAN y sus aliados.

Como un coro complementario a la cacofonía satanizadora de los medios corporativos, existe un mundo paralelo de debate en los llamados medios “alternativos” - un universo diverso en el que sin embargo las voces occidentales llevan un peso desproporcionado en términos de su relevancia política real. Estas voces a menudo tienen mucha influencia en los círculos progresistas occidentales. Distribuyen pequeñas estrellas de aprobación izquierdista para condecorar con legitimidad a los movimientos o procesos políticos. Se entregan estas estrellas de acuerdo a criterios como las credenciales democráticas, el tratamiento hacia diferentes minorías, la huella ecológica y las políticas económicas, entre otros.

En esta arena supuestamente alternativa de debate se complementa la guerra psicológica de los medios corporativos occidentales. En ella se refuerzan las diferencias y se agudizan las contradicciones. Igual que los medios corporativos, poca o ninguna atención se presta a la verdadera situación y las discusiones entre los sujetos y movimientos que construyen y moldean los procesos y movimientos por el cambio. El resultado final de todo esto sirve de una manera muy funcional las metas de los planificadores de la OTAN y sus aliados. Estas metas incluyen aislar y sembrar la división entre sus blancos de agresión, crear confusión entre las fuerzas que podrían organizar una resistencia eficaz y, finalmente, provocar una parálisis frente a las intervenciones.

Históricamente, el síndrome “ni...ni...”, conocido anteriormente como el “síndrome de los dos demonios”, ha dado resultados catastróficos en la lucha contra el imperialismo. Solo es un asunto de tiempo antes de que estas campañas de guerra psicológica contra la región se intensifiquen a niveles sin precedentes. Esto sucederá a medida que la voz de las democracias más radicales de América Latina, especialmente de los países del ALBA, se haga más prominente en la creación del nuevo orden mundial multipolar. 


E
stas campañas también se dirigen contra los logros concretos de los modelos basados en el socialismo que superan dramáticamente el modelo fracasado del capitalismo de “mercado libre”. Un artículo reciente en Le Monde Diplomatique, la prestigiosa revista mensual de las élites progresistas occidentales, sugiere que la maquinaria de guerra psicológica se está engrasando para subir a niveles más activos en relación a Nicaragua. Se trata del artículo “El por qué Nicaragua eligió a Ortega”, publicado en la edición de junio y escrito por Maurice Lemoine.

La estructura y contenido del artículo demuestran claramente cómo la estrategia de guerra psicológica de la OTAN fácilmente puede cooptar los medios supuestamente progresistas. Vale la pena analizar con un poco de detalle como funciona esta maquinaria. Los paralelos con la campaña de guerra psicológica contra Siria ofrecen poco consuelo a las personas que creen que los Estados Unidos y sus aliados tendrían dificultades para cooptar sectores importantes de la opinión progresista en América Latina como lo lograron en el Medio Oriente y el Norte de África.

Contexto


Antes de examinar la desinformación de Maurice Lemoine sobre Nicaragua, podría ser útil considerar el contexto inmediato con respecto a la agresión contra Siria por los gobiernos terroristas de la OTAN y sus aliados regionales. Tal como fue en el caso de Libia, la mayoría de la opinión progresista rechaza expresar solidaridad con el gobierno sirio. Se sugiere que existe un tipo de tercera posición distinto de la de los gobiernos genocidas de la OTAN y la del gobierno sirio.

Sobre este fenómeno, la escritora libanesa Amal Saad Ghorayeb ha escrito con mucha percepción en el medio Al-Akhbar. Como recompensa, ha experimentado toda una ola de respuestas indignadas y previsibles de personas progresistas. Los que critican a Ghorayeb creen irrefutable la tesis de que el gobierno de Siria es único en su maldad y que la rebelión en Siria tiene un apoyo popular mayoritario. Pero ninguna de estas suposiciones es acertada.

El expediente de los derechos humanos en Siria es mejor que los de Israel, Turquía, Arabia Saudita o cualquiera de las monarquías feudales del Golfo. La respuesta del gobierno sirio a la insurgencia armada ha sido obviamente más moderada que la práctica de Estados Unidos, Francia, el Reino Unido o sus aliados Israel y Turquía en los lugares donde esos gobiernos han enfrentado rebeliones armadas. Además, el gobierno sirio claramente tiene el apoyo mayoritario de la población en la mayor parte de su territorio.

Lo que es impresionante para alguien en Nicaragua son los fuertes paralelos entre el tipo de argumentos usados en el caso de Siria y los argumentos desplegados para desprestigiar y denigrar al gobierno Sandinista en Nicaragua. Más notable todavía es la completa falta de autocrítica en el uso de las palabras claves de siempre como “democracia”, “instituciones democráticas”, “derechos humanos” y “libertad de expresión”. La suposición subyacente es siempre que los norteamericanos y europeos entienden y disfrutan de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión, mientras que las poblaciones de países como Siria y Nicaragua ni los conocen ni los entienden. 

E
sos argumentos niegan o esconden de manera deliberada el hecho de que las mayorías en ambos países apoyan a sus gobiernos. En el caso de Siria, ese apoyo popular se ha sostenido firme a pesar del despiadado asalto terrorista apoyado por la OTAN. En el caso de Nicaragua, el apoyo de la población al gobierno sandinista se sostiene haciendo frente a una campaña masiva de calumnia mediática y al hostigamiento económico, ahora con un nuevo recorte de la cooperación para el desarrollo de parte de los Estados Unidos.

Los expedientes de derechos humanos de los Estados Unidos y de Europa con respecto a los inmigrantes y las minorías étnicas son universalmente espantosos. Las historias de los muy graves abusos del Reino Unido en Irlanda o de España en Euskal Herria son notorios. El horroroso expediente doméstico de los Estados Unidos tiene pocos rivales en toda la gama de abusos, desde los presos políticos y la rutinaria desaparición administrativa de inmigrantes, hasta la brutalidad a menudo letal de la policía y el sistema penitenciario, y el uso rutinario de la tortura y otras abiertas violaciones de las normas judiciales internacionales.

Aparte de su complacencia con respecto a los expedientes de derechos humanos de sus propios países, las y los fariseos de los países de la OTAN que critican países como Siria y Nicaragua callan completamente ante la transferencia anti-democrática de riqueza, la más enorme en la historia, que ha ocurrido en los Estados Unidos y en Europa. Millones de millones de dólares y euros se han trasladado de las mayorías en aquellos países para apoyar a sus oligarquías plutócratas corporativas. Una fracción de esos montos sería suficiente para erradicar el hambre a nivel mundial. Y todavía los norteamericanos y los europeos esperan que la gente se trague el cuento del benigno “humanismo” occidental.

Las élites dominantes que controlan las economías de los países de la OTAN se aseguran de que sus poblaciones vivan en zozobra por medio de la intimidación política y económica, así como del hostigamiento mediático. Así evitan una resistencia coherente y consistente a las exigencias del podrido sistema financiero occidental. Además, la realidad de los derechos humanos y la democracia en los países de la OTAN es poco diferente de la realidad en cualquiera de los demás países del mundo. La corrupción, las élites compinches, la impunidad de los poderosos, todo esto es normal. Los medios progresistas generalmente omiten comparar y contrastar esa realidad innegable con la realidad en países como Siria y Nicaragua.

En casi todo lo que tiene que ver con las relaciones internacionales, tanto los medios corporativos como los alternativos concuerdan con la realidad falsa y virtualmente construida por los medios corporativos de la guerra psicológica. La masacre de Houla en Siria es el ejemplo más reciente y más claro. A lo largo del espectro político se distorsionan los hechos y se exageran los rumores, precisamente porque cualquier presentación justa y verdadera de los hechos dejaría al descubierto lo absurdo de los pretextos ofrecidos para justificar los ataques contra los países blancos de los gobiernos de la OTAN.

Ese es el contexto general en que Le Monde Diplomatique ha publicado la versión desleal de Maurice Lemoine de la situación actual en Nicaragua y de su historia reciente. En efecto, ese contexto revela que la función de los medios supuestamente progresistas como Le Monde Diplomatique es la de servir como cámaras de eco pos-modernas para el nefasto proyecto globalizador, neoconservador de la OTAN. Consciente o inconscientemente, esos medios siguen postulando una inexistente superioridad moral de Occidente. Al hacerlo, refuerzan el componente de agresión psicológica de la despiadada guerra contra la humanidad de los países de Norte América y Europa. 

Nicaragua


El artículo de Maurice Lemoine es un ejercicio clásico en la desinformación de la izquierda neocolonial. El contenido desleal y tendencioso junto con sus omisiones injustificables siguen el formato típico de la psico-guerra otanista contra los gobiernos que son un estorbo para los intereses geoestratégicos occidentales. Para Le Monde Diplomatique esto no es nuevo. Pocos buenos conocedores de la realidad de los países que han estado en la mira de los gobiernos de la OTAN como Nicaragua podrían considerar a Le Monde Diplomatique una fuente fidedigna de información confiable sobre las relaciones internacionales.

Los argumentos en este artículo de Le Monde Diplomatique recuecen una y otra vez la desmentida propaganda de la oposición política en Nicaragua, alineada entusiasta tras las políticas imperialistas de los países de la OTAN. Lemoine y sus redactores intentan salvar las credenciales progresistas de Le Monde Diplomatique citando las palabras de los ex-revolucionarios del mal llamado Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Pero el MRS es parte integral de la oposición nicaragüense, totalmente subordinada a la agenda regional de Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea.

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ntre las características más deshonestas de este artículo está la de citar a miembros del MRS y sus simpatizantes sin mencionar que ellos y sus organizaciones han sido financiados directamente por los gobiernos occidentales o por el sector no-gubernamental occidental que a su vez está financiado por esos mismos gobiernos. Lemoine inicia su texto con dos descaradas mentiras en una sola oración. Alega que “para mantenerse en el poder, el gobierno sandinista ha abandonado muchos de sus principios, especialmente con respecto a los derechos de la mujer.” 

Sin embargo, el programa histórico el Frente Sandinista de Liberación Nacional siempre ha estado basado en el pluralismo político, el no-alineamiento internacional y la economía mixta. Así fue en los años 1980s y así ha sido desde enero de 2007, cuando el FSLN volvió al gobierno. Esos principios no han variado en más de 30 años y han sido absolutamente vindicados por la práctica del Presidente Daniel Ortega y sus colegas en los últimos seis años.

Maurice Lemoine y sus redactores sencillamente han reciclado una interpretación enemiga desde fuentes ex-Sandinistas que hace mucho tiempo abandonaron el vestigio más mínimo del anti-imperialismo, otro principio fundamental del Sandinismo. Le Monde Diplomatique cita a personas que han traicionado profundamente su propio pasado sandinista para calumniar al gobierno del FSLN como un gobierno sin principios. En seguida, el artículo multiplica esa evidente deshonestidad con la aseveración absurda de que el FSLN ha abandonado su apoyo a los derechos de la mujer.

La verdad es completamente lo contrario. La posición de las mujeres en Nicaragua ha mejorado radicalmente desde enero 2007. Ahora, Nicaragua está entre los países líderes en el mundo en cuanto al número de mujeres legisladores y en la representación de las mujeres en altos cargos del gobierno. Los programas sociales del gobierno del FSLN priorizan cientos de miles de mujeres antes excluidas económicamente y las ha llevado a una participación económica activa muy importante. En abril de 2012, el FSLN patrocinó una ley que garantiza que 50% de los candidatos y candidatas en las elecciones nacionales y locales tienen que ser mujeres.

En junio 2012 entró en vigencia otra ley promovida por el FSLN desde abril de 2012 que penaliza una amplia gama de comportamientos misóginos, tratando el femicidio como un delito distinto al homicidio y otorgando un mandato para realizar una campaña nacional contra la violencia hacia la mujer. A pesar de estas políticas y leyes sin precedentes a favor de las mujeres, el artículo de Maurice Lemoine repite de la manera más mediocre las falsedades rutinarias en su variedad socialdemócrata de la psico-guerra otanista contra el FSLN.

De igual manera, Maurice Lemoine ofrece un resumen favorable al MRS de la feroz lucha intestina por el poder dentro del FSLN después de las elecciones de 1990. Omite el despiadado cinismo con que Sergio Ramirez y sus colegas intentaron imponer sobre los sandinistas de base un golpe socialdemócrata dentro del partido. Tampoco menciona en su artículo el papel desvergonzado de la colega de Ramirez, Rosa Marina Zelaya, como presidenta del Consejo Supremo Electoral en las elecciones descaradamente fraudulentas de 1996.

Para hacer que sus lectores sean más receptivos hacia su versión de los hechos, Maurice Lemoine acompaña este tipo de omisiones con el uso de descripciones que desprestigian el FSLN. De esta manera, escribe sobre la “camarilla” de Ortega. Lemoine repite las acusaciones de la oposición contra Daniel Ortega y el FSLN sin hacer ningún esfuerzo para valorar la certeza de las mismas. Esas acusaciones quedan en el aire sin respuesta e inmediatamente el lector aprende de Lemoine que “Esta valoración de los hechos (compartida por muchos), sugiere que el FSLN ha perdido el camino.”

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iertamente, es correcto observar que mucha gente comparte estas falsas percepciones, precisamente entre las clases intelectuales-gerenciales socialdemócratas y progresistas de los países de la OTAN, que son de hecho la audiencia natural de Le Monde Diplomatique. Al llegar a este punto nos encontramos metidos en el circuito infinito de la desinformación retroalimentada, que es el mecanismo fundamental de la guerra psicológica de los gobiernos de la OTAN: Una oposición pequeña, minoritaria, difunde falsedades venenosas contra el gobierno. Los medios de guerra psicológica de los países de la OTAN reciclan esas falsedades. Las mentiras luego son convertidas en “hechos verdaderos” y se envían de regreso a su punto de origen para ayudar ampliar el apoyo a la oposición local en el exterior.

En ese contexto estratégico, el artículo de Maurice Lemoine también sigue las tácticas convencionales de los medios de psico-guerra de la OTAN en la manera en que dispone su texto. Primero, el artículo establece un contexto en el que los lectores llegan a conocer su contenido en términos que desprestigian el calibre moral del gobierno del FSLN en Nicaragua, a la vez que critica severamente sus políticas concretas. Luego, el resto del artículo ofrece de manera casual algunas calificaciones moderadas de la imagen extremamente negativa creada anteriormente para así dar una impresión falsa de “equilibrio”.

Así, en la primera parte de su artículo, Maurice Lemoine cita sin crítica alguna a representantes de la oposición y ofrece un resumen muy crudo del enorme desafío político para el FSLN durante la segunda parte de la década de los 1990s y la primera parte de la década de los 2000. Descarta los profundos esfuerzos del FSLN para superar la extrema hostilidad y división heredadas de la guerra de los 1980s. Con mucho desdeño, Lemoine caracteriza esos esfuerzos como “un juego de reconciliación”. Elige palabras cuidadosamente seleccionadas del asesor presidencial Orlando Nuñez Soto para dar la impresión de que el liderazgo del FSLN siente en algún sentido que debe de pedir perdón por su política de alianzas en las elecciones de 2001 y 2006, algo que es totalmente falso.

Implícito, pero escondido en el texto del artículo, está el hecho de que el resultado directo de la política de alianzas del FSLN, desde 1998 hasta la presente, ha sido el categórico resquebrajamiento de la derecha política en Nicaragua, una derecha que había dominado la política del país desde 1990 hasta 2006. Ese resultado reivindicó la aguda y profunda sabiduría política de una dirigencia sandinista compuesta de diferentes corrientes y que ha sabido enterrar sus claras diferencias para mantener la unidad. Asimismo, deja como un risible pseudosilogismo la observación de Lemoine de que el FSLN perdió simpatía entre la izquierda occidental, como si esa izquierda tuviera algún voto en las elecciones nicaragüenses.

E
ste último punto es muy relevante en relación al tema del aborto en Nicaragua, que fue completamente penalizado en octubre de 2006, solo semanas antes de las elecciones nacionales de ese año, ganadas por Daniel Ortega. Lemoine intenta poner el tema en algún contexto pero omite notar que para la gran mayoría de mujeres en Nicaragua, el derecho al aborto no es una prioridad. Lemoine tampoco menciona que la mortalidad materna ha caído significativamente desde que el FSLN asumió el gobierno en enero 2007. Solo los adversarios más rancios del FSLN rechazan las cifras gubernamentales que señalan que la mortalidad materna ha disminuido a unos 70 por cada 100,000 nacimientos.

El artículo cita a Sergio Ramírez diciendo: “Los Sandinistas de base no abandonaron a su dirigente, aunque para seguirlo se requería coraje.” Este sinsentido auto-exculpatorio da la impresión de que un número más o menos grande de sandinistas de base simpatizaban con Ramírez y sus colegas socialdemócratas oportunistas. Jamás fue así. La enorme mayoría de los sandinistas de base siempre confiaron en Daniel Ortega porque es el único dirigente político en Nicaragua que de verdad representa los intereses de la mayoría empobrecida del país.

Otro ejemplo del despliegue cínico de acusaciones falsas revela el odio abierto y misógino de la oposición nicaragüense hacia Rosario Murillo, la esposa de Daniel Ortega. Lemoine cita a la feminista centro-derechista Sofía Montenegro. Montenegro es directora de la ONG CINCO, financiado por USAID. Hace poco, un cable de Wikileaks reveló que ella solicitó del antiguo embajador estadounidense en Managua, Robert Callahan, la cantidad de US$100,000. Esa es la fuente de Lemoine que describe a Rosario Murillo como “una oportunista supersticiosa que solo habla todo el día de Dios y la Virgen María.” 

No sorprende que Montenegro odie a Rosario Murillo, porque Murillo ha sido la persona que más ha impulsado la revolución en los derechos de la mujer que ha estado teniendo lugar en Nicaragua desde enero de 2007. Esta revolución en la situación de las mujeres ha hecho del FSLN la fuerza más dinámica para el cambio revolucionario en América Central. De igual manera, su papel como contraparte al lado del Presidente Daniel Ortega en la formulación y ejecución de las políticas del gobierno es un ejemplo inspirador para las mujeres y los jóvenes en Nicaragua cuyo impacto es imposible de sobrevalorar. 

El reportaje de Lemoine ignora deliberadamente esta realidad. Prefiere reciclar las mentiras de las feministas socialdemócratas que ya desde hace mucho tiempo han sido desacreditadas dentro de Nicaragua. Solo personas ignorantes de la Nicaragua contemporánea podrían tomar en serio la versión ofrecida por el artículo de Lemoine.

La naturaleza de doble cara de Le Monde Diplomatique y de escritores como Maurice Lemoine se ve claramente en los últimos párrafos de su artículo sobre Nicaragua. Lemoine nota que “Nadie menciona el socialismo”, al referirse a algunos comentarios de la población que apoya las políticas del gobierno sandinista. Acto seguido, de la esfera de la voz del pueblo salta hacia la esfera de la política macro-económica. Yuxtapone de una manera falsa e injustamente selectiva dos tipos de realidad totalmente diferentes para justificar un argumento espurio por defecto sobre la naturaleza socialista del gobierno del FSLN.

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sa maniobra oscurantista permite a Lemoine insertar un comentario banal e ignorante sobre el Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) en Nicaragua, “Enormes cantidades de ayuda de la Venezuela de Hugo Chávez – “la seudo-izquierda ortodoxa, estéril, reaccionaria y autoritaria” que enfada tanto al MRS – ha impulsado los programas sociales del FSLN”. Este comentario por sí solo ofrece un resumen de la mala fe de todo el artículo.

Es risible sugerir que el MRS juega un papel importante en la vida nacional de Nicaragua. Dentro del país los únicos que toman en serio al MRS son sus aliados, dirigentes de la derecha como el banquero corrupto Eduardo Montealegre, el fallido gerontócrata Fabio Gadea y la oligárquica familia Chamorro. Para sobrevivir, aunque sea de una manera mínima, el MRS depende totalmente de su alianza con la derecha nicaragüense y de sus padrinos de los países de la OTAN.

Maurice Lemoine ayuda a difundir la distorsión de los medios de los países de la OTAN también con respecto a la cooperación para el desarrollo de parte del ALBA y el financiamiento derivados de las transacciones petroleras con PDVSA. El artículo de Le Monde Diplomatique resume esa compleja relación de cooperación y comercio con la caricatura de las “Enormes cantidades de ayuda de la Venezuela de Hugo Chávez.” Lemoine descarta la gran cantidad de información disponible sobre la relación de Nicaragua adentro del ALBA, tanto con Cuba como con Venezuela. 

EL artículo termina con la admisión auto-exculpatoria de Maria López Vigil, del colectivo de la Revista Envío: “La Alianza PLI-MRS no se basa en un proyecto o programa o ideología social compartidas. Su único propósito es el de impedir las tendencias dictatoriales del FSLN y de Ortega.” Aquí, López Vigil intenta poner distancia entre ella misma y sus cómplices del MRS y su pacto sucio y cínico con la extrema derecha nicaragüense. Pero se encuentra enredada de manera ineluctable en su complicidad de más de siete años de colaboración con la agenda imperialista de los Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea.

En su ensayo “Otro Dios es posible” López Vigil escribió:
“Pienso y escribo esto desde Nicaragua, desde Centroamérica, desde sociedades del “Occidente cristiano” que en su conciencia colectiva no han superado aún los traumas de la Conquista de hace quinientos años ni el entramado jerárquico de los siglos de Colonia que siguieron. A diario lo comprobamos. Somos países que hace poco más de siglo y medio se hicieron independientes formalmente, pero que siguen albergando a millones de personas, la mayoría, que carecen de autonomía personal, que nunca la han saboreado. Somos sociedades con la institucionalidad -y también con la teatralidad- de la democracia (separación de poderes, elecciones periódicas, instituciones, cargos, delegados en los organismos internacionales, costosos procesos de modernización estatal), pero que desconocen todo o casi todo de la cultura democrática.”

Desde que escribió eso nada ha cambiado para López Vigil y sus simpatizantes del MRS. Ellas y ellos siguen hablando como si hubiera un acuerdo universal sobre lo que constituye la “cultura democrática”. Obviamente, ellas y ellos siguen pensando que saben y entienden lo que es cultura una cultura democrática, mientras que la gran mayoría de la gente en América Central no sabe y no entiende. Este intento absurdo de monopolizar la terminología de la democracia es totalmente acorde a la guerra psicológica de la OTAN en general y en particular a la propaganda anti-FSLN.

Es natural que Le Monde Diplomatique ofrezca una plataforma al periodismo que simpatiza abiertamente con las y los elitistas, así como con fraudes intelectuales como Maria López Vigil, Sofia Montenegro, Sergio Ramirez y sus colegas. Desde la guerra contra Libia, ha llegado a ser muy claro que el papel de medios seudo-progresistas como Le Monde Diplomatique ha sido el de oscurecer realidades inconvenientes y el de confundir y censurar debates genuinos. Bajo el gobierno del Presidente Daniel Ortega, Nicaragua ha hecho avances verdaderamente dramáticos en cada esfera de la vida nacional y el país ha experimentado cambios a nivel de base que han sido verdaderamente revolucionarios. Los escritores y medios que esconden esta verdad innegable se han alineado de la manera más evidente con los enemigos de la humanidad.