Europa, Nobel de la «Paz»
Por Jorge Capelán, RLP / TcS.
La
Unión Europea ha recibido el Premio Nobel de la Paz, anuncian los medios este
viernes. El otorgamiento de ese premio no debería sorprender a nadie.
Olvidemos por un momento, sé
que es difícil, toda la producción de armamento de la que vive la UE, olvidemos
todas las guerras que ha estado promoviendo, como la de Afganistán, la de Libia
y ahora la de Siria, todos los golpes de estado que ha promovido últimamente
como el de Costa de Marfil y todos otros golpes que ha apoyado en los últimos
años, desde el de Honduras hasta el de Paraguay.
Olvidemos por un momento las
draconianas y saqueadoras políticas que impulsa en la Organización Mundial de
Comercio y en el FMI. Olvidemos los centros de internamiento de extranjeros,
olvidemos el ascenso frenético del racismo que tienen lugar en la actualidad,
olvidemos las escenas de represión de los gobiernos europeos contra sus propias
poblaciones que cotidianamente nos muestran los medios.
En realidad, el hecho de que la
Unión Europea haya recibido el Premio Nobel de la Paz es algo perfectamente
normal que no debería sorprender a nadie. El anuncio del otorgamiento de este
premio llega el mismo día del “descubrimiento” europeo de Abya Yala, también
conocida como América. Eso tampoco es ninguna casualidad.
La colonización europea de Abya
Yala fue uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad, con un
costo de entre 50 y 80 millones de vidas de gente que fue asesinada,
esclavizada, privada de sus territorios, convertida a una religión extraña e
infectada con enfermedades mortíferas para que se pudiese construir el imperio
capitalista occidental a escala global, la esclavitud del África y toda una
serie de crímenes horrendos en todo el tercer mundo.
Echemos un vistazo a la lista
completa de galardonados con el Premio Nobel de la Paz desde 1901 hasta
nuestros días.
OLVIDÉMONOS
DE TODOS LOS NOMBRES de
esa lista que no nos gustan, como el del asesino de Henry Kissinger (1973), el
terrorista de Menachem Begin (1978) o el presidente de los drones, el “Oreo”
Barak Obama (2009). Olvidémonos también de los muchos nombres que nos gustan,
como los del luchador antiapartheid Albert Lutuli (1960), Martin Luther King
(1964), el vietnamita Le Duc Tho (1973), el argentino Adolfo Pérez Esquivel
(1980), el obispo Desmond Tutu (1984), la compañera Rigoberta Menchú (1992),
Mandela (1993) y Yasser Arafat (1994). Lo cierto es que, nos gusten o no los
nombres, la inmensa mayoría de los que han recibido ese maldito premio son europeos,
norteamericanos o agentes de las potencias atlantistas.
El Premio Nobel de la Paz es
uno de los mejores ejemplos del orden enfermo que todavía, aunque no por mucho
tiempo más, domina el mundo. Europa, la entidad que ha dado origen al imperio
más guerrerista y depredador sobre la faz de la tierra, jamás le daría el
Premio Nobel a alguien que no esté dispuesta a tolerar en determinado momento.
Sin menospreciar a tantos luchadores consecuentes entre los nombres que nos
gustan de los laureados con el Nobel de la Paz, hay que reconocer que jamás
veremos a un Fidel o a un Chávez, por sólo nombrar a dos líderes, recibir ese
premio.
Como justificación para darle
el Premio Nobel a la Unión Europea, el comité organizador (que es de facto
europeo, por ser de un país como Noruega, miembro pleno de la OTAN), dice que
la existencia de la UE ha prevenido una nueva edición de la Segunda Guerra
Mundial.
En realidad, esa guerra fue una
de las mejores cosas que le pudo pasar a muchos pueblos del tercer mundo desde 1492
hasta ya bastante avanzado el Siglo XX: Con los europeos matándose unos a otros
a escala industrial, hubo una gran demanda de materias primas a buenos precios,
y en muchos lugares las cadenas de la dominación imperial sobre las colonias se
debilitaron, lo que a su vez creó las condiciones para un movimiento masivo de
descolonización en todo el mundo.
Ahora, el imperio
euro-estadounidense se encuentra en una crisis sin precedentes: se está cayendo
a pedazos. Al suceder esto, se quita la careta y abiertamente reprime dentro y
fuera de sus fronteras. Ya está más que claro que las consignas de la
Revolución Francesa de Igualdad, Libertad y Fraternidad en manos de Occidente
(es decir, de Europa) sólo han sido hojas de parra que se han podido mantener
mientras el sistema de saqueo siguiese funcionando. Por eso no les queda otra
cosa que, ante la bancarrota económica, militar y moral, abandonar toda
pretensión de progresismo y descaradamente premiarse a sí mismos y a su propio
genocidio.
Menos mal que la campaña de
hace unos años para que se le diera el Premio Nobel de la Paz al presidente Evo
Morales no prosperó, porque tal vez hoy en día lo tendrían bajo sospecha de ser
colonialista.