En el acto final del EH Bildu en la campaña electoral |
Elecciones del 21 de octubre
Tras los éxitos de los independentistas de izquierda en los comicios
municipales, forales y a Cortes, hoy se cierra el ciclo en el que las
ilegalizaciones impusieron una mayoría unionista artificial
Por Iñaki IRIONDO | GASTEIZ
Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba, siendo ministro del Interior, dijo
aquello de «o votos o bombas», no había calculado lo que se le venía encima,
porque su esperanza era la ruptura entre quienes pudieran apostar por los votos
y quienes lo hicieran por las bombas. Después de que el 20 de octubre del año
pasado la apuesta quedara clara con el anuncio de ETA de poner fin a la luchar
armada, el candidato a presidente Alfredo Pérez Rubalcaba quiso apuntarse un
tanto y dijo «les hemos quitado las bombas y ahora tenemos que quitarles los
votos». Un mes después, el tsunami Amaiur recorrió Euskal Herria de este a
oeste mientras Rubalcaba obtenía el peor resultado del PSOE.
La ilegalización de la izquierda abertzale pactada por PSOE y PP en
marzo de 2002 tenía por objetivo acabar con el independentismo y generar de esa
forma las condiciones para posibilitar una mayoría unionista.
El intento de mayo de 2001 del tándem Mayor Oreja-Redondo de alcanzar
Ajuria Enea había fracasado. No solo porque la candidatura de Juan José
Ibarretxe aguantó el tirón, sino porque, calculadora en mano, con la presencia
de EH en el Parlamento era imposible que Mayor Oreja fuera lehendakari. Así que
decidieron expulsar a uno de los jugadores del campo con la doble esperanza de
que este se perdiera en el camino mientras los partidos estatales sumaban los
escaños suficientes para hacerse con el Gobierno de la CAV.
Las elecciones autonómicas de 2005 podían ser el momento histórico del
unionismo, pero EHAK se coló en el Parlamento de Gasteiz como un gol por toda
la escuadra.
Tuvieron que esperar a abril de 2009 y emplear toda la artillería
judicial y policial para prohibir Askatasuna y D3M y conseguir un parlamento a
su medida. Para entonces ya habían comenzado los movimientos internos en la
izquierda abertzale e incluso hubo un intento, todavía embrionario, de acudir
con EA a aquellas elecciones.
El Parlamento del apartheid
Las elecciones de 2009 dieron lugar a un Parlamento con mayoría
unionista. La izquierda abertzale había sido prohibida. Además, la apuesta de
EA de concurrir en solitario a las elecciones, rompiendo la coalición con el
PNV, se salda con la consecución de un único parlamentario. Aralar suma cuatro
y su grupo concita la atención mediática, al intentar creer algunos que la
operación diseñada por Madrid con la ilegalización ya se había consumado: el
partido que gobernaba en La Moncloa estaba también en Ajuria Enea y la
izquierda abertzale había sido barrida del entramado institucional, a excepción
de algunos ayuntamientos gobernados por ANV (que ya había sido ilegalizado) y
su presencia atenuada en las JJGG de Araba.
Llamativamente, en el contexto institucional más negativo, cuando
todos los indicadores apuntaban hacia la destrucción o la autodestrucción, el
independentismo de izquierdas forjó y asentó los pilares de la derrota de la
ilegalización.
La unión y la fuerza
Mientras el pacto PSE-PP instalaba a Patxi López en Ajuria Enea y se
entretenía en cambiar el mapa del tiempo de ETB y en impedir las fotos de los
presos en las calles, la izquierda abertzale afrontaba el debate de su cambio
estratégico. Ni siquiera la redada del 13 de octubre de 2009, con la detención
y encarcelamiento de Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Sonia Jacinto, Arkaitz Rodríguez
y Miren Zabaleta, lo pudo impedir.
Tras el batacazo, Eusko Alkartasuna aguantaba el tipo. Frente a
quienes preconizaban que debía volverse a la alianza con el PNV, en junio
celebra un congreso extraordinario en el que renueva la dirección pero mantiene
la línea estratégica que le guía hacia la alianza entre independentistas. El
acuerdo estratégico de junio de 2010 con la izquierda abertzale, y la suma de
Alternatiba en enero de 2011, da lugar a Bildu, cuyos resultados espectaculares
en las elecciones municipales y forales de mayo abren el ciclo de superación de
la ilegalización.
El movimiento que se daba por muerto, vuelve para gobernar la
Diputación de Gipuzkoa, casi todos los ayuntamientos del herrialde, conseguir
más de mil concejales y entrar con fuerza en el Parlamento navarro.
Aralar, en una decisión colectiva mayoritaria que le supone una fuerte
herida interna, también apuesta por la unión. Y en las elecciones a Cortes
españolas Amaiur vuelve a dar la campanada. Con 7 diputados supera al PNV en
escaños y está a punto de convertirse en la fuerza más votada en el conjunto de
Hego Euskal Herria. La estrategia de la ilegalización se fractura también en
Madrid.
Un paso que se completa con la decisión del Tribunal Constitucional de
legalizar Sortu, nueva formación de la izquierda abertzale cuya estructuración
espera a que pase la actual efervescencia electoral.
Con las elecciones de hoy se renueva la única institución en la que la
izquierda abertzale seguía sin representación. Las expectativas de voto que
marcan todas las encuestas indican no solamente que el ciclo de superación de
la ilegalización se va a cerrar, sino que además puede hacerse a lo grande. Por
un lado, colocando a EH Bildu en lo más alto, con aspiraciones de ser incluso
la fuerza con mas representación parlamentaria. Por otro, con un fuerte castigo
a los partidos que diseñaron la estrategia para alterar el mapa político vasco
con abuso de poder.
El electorado, 1.775.336 vascos y vascas con derecho a voto, pondrá a
cada candidatura en su lugar. Pero sea cual sea el resultado, una página de la
historia de este país se ha cerrado y se abre otra nueva con mucho todavía por
escribir.
PSE y PP van camino de una derrota histórica
Según todas las encuestas y la convicción que existe entre los propios
partidos y candidatos, el PSE, que ha gobernado la CAV durante esta
legislatura, y el PP que lo aupó a Ajuria Enea y que lo apoyó hasta mayo, van a
sufrir un importante retroceso electoral, hasta el punto de quedar en el tercer
y cuarto puesto respectivamente, con la duda de si incluso sumando los escaños
de los dos partidos podrán siquiera superar al más votado. Así acaba la
experiencia iniciada en 2001 por el PSOE y el PP, con el apoyo de toda la
pléyade de grupos antiabertzales subvencionados y de la maquinaria mediática
española, para hacerse con el poder en la CAV, sacando de él al nacionalismo
vasco.
Con Fernando Savater de maestro de ceremonias, el colectivo Basta Ya
consagró el 28 de abril de 2001 el pacto entre Jaime Mayor Oreja y Nicolás
Redondo Terreros para alcanzar Ajuria Enea. Consiguieron que Juan José
Ibarretxe obtuviera el apoyo histórico de 604.222 vascas y vascos.
El «perfeccionamiento» de la estrategia no dio frutos hasta 2009,
cuando eliminando a la izquierda abertzale consiguieron, por los pelos, sumar
mayoría absoluta y poner a un candidato unionista al frente de Lehendakaritza.
Sin embargo, su fuerza no era más que el espejismo de un Parlamento mutilado.
Ahora que todo el censo podrá volver a ejercer un voto «válido», las
pretensiones de PSE y PP volverán a quedar en su sitio. I.I.